sábado, 7 de mayo de 2016

Yo estuve allí (Parte II)

Capítulo 2. Llegamos a Palmyra. Valle de las Tumbas.Colina de Um El Beqis


Palmyra es una ciudad romántica, cuyas ruinas desprenden un poder evocador tan real que te hace estremecer. Por ella desfilaban caravanas llenas de objetos y esencias de Oriente. Es la ciudad de la famosa reina Bat Zabbai, más conocida como Zenobia, la cual quiso darle el privilegio de la eternidad floreciendo tras la decadencia de Petra (sobre todo debido al cambio en las rutas de las caravaneras hacia otros desiertos).


Llegó a competir con el mismísimo Imperio Romano, sobre todo cuando Zenobia llegó al poder y nombró a su hijo Augustus en un claro pulso con Aureliano. Esta declaración sumada a que el ejercito de Palmyra invadió el Bajo Egipto y Asia Menor hizo que el emperador romano diese un golpe de autoridad con la intención de frenar a Zenobia y a su ejército.

Se dice que fue descendiente de la mismísima Cleopatra, algo que real o no, no hace más que crear en el imaginario colectivo un paralelismo entre la reina del Nilo y la de Palmyra. Paralelismo por su personalidad, su carácter osado, su legendaria belleza y su relación con el Imperio Romano.
 
La última mirada a Palmira de la reina Zenobia, cuadro por Herbert Schmalz

El emperador Aureliano la vio como una amenaza, por lo que envío sus legiones rumbo a Tadmor (el pueblo nuevo lo visitamos al salir de la antigua ciudad). En "Historia de Augusta" XXVI, 26-27, se recoge la carta de Aureliano a Zenobia y la respuesta de la reina a Roma.

Carta de Aureliano:

Aureliano, emperador del mundo romano y reconquistador del Orontes, a Zenobia y sus aliados. Tendriais que haber hecho espontáneamente lo que yo os ordeno por escrito. Os impongo la rendición, perdonándoos la vida, a condición de que tú, Zenobia, aceptes vivir con tus hijos donde yo te lo ordene, de acuerdo con el parecer del senado. Entregad al senado romano las gemas, la plata, el oro, las sedas, los caballos y los camellos que poseéis. Los habitantes de Palmyra conservarán sus derechos.

Respuesta de Zenobia: 
 

Zenobia, reina de Oriente, a Aureliano Augusto. Jamás nadie ha osado hacerme las propuestas que tú me has enviado por escrito. En la guerra, lo que se quiere obtener hay que ganarlo con el valor. Me exiges la rendición, como si no supiera que la reina Cleopatra prefirió morir antes que vivir humillada. No me falta ciertamente la ayuda de los persas, que ya se acercan; los sarracenos y los armenios están de nuestra parte; los bandoleros sirios ya han derrotado a tu ejército. ¿Qué ocurrirá, Aureliano, si se unen todos los refuerzos que esperamos de todas partes? Tendrás que deponer la arrogancia que ahora te hace exigir mi rendición, como si ya hubieras vencido en toda regla.

Tras la respuesta de Zenobia, Aureliano cargó con fuerza en la ciudad terminando su época de explendor. Existen varias teorías de los últimos días de Zenobia. La que parece más consensuada por historiadores es que fue llevada a Roma y desfiló como prisionera de guerra, algo bastante común en el Imperio Romano tras importantes conquistas o desafíos. Se dice que los palmyrenses asesinaron a los romanos que dejó Aureliano en la zona, por lo que hubo una segunda visita de las tropas del emperador que terminaron por arrasar la ciudad y a sus habitantes. Algunas zonas –las menos- fueron reconstruidas por Diocleciano. Un terremoto registrado en el siglo XI empeoró su situación y jamás volvió a florecer como ciudad. Al igual que ocurrió con otras zonas de Oriente Medio la zona se cristianizó para posteriormente formar parte del Imperio Bizantino y finalmente islamizarse.

Conocíamos la historia por los libros de texto, por la lección magistral que nuestro amigo Y. nos ofrecía a cada paso. Lo que desconocíamos es la profunda herida que nos iba a dejar conocer este lugar. Vivimos una especie de sindrome de Stendhal, la belleza se nos comia por los pies. Estábamos ante un bosque de columnas, desnudo, dorado, rojizo, rosado… Matices que bajo el sol no hacían más que otorgarle un sentido mágico al recinto. 

Valle de las tumbas en la colina de Um el- Belqis. Palmyra

Primero visitamos el valle de las tumbas. Están situadas en un una ladera de la colina Um el-Belqis y sirvieron de mausoleo a familias importantes de la ciudad. Son torres de varios pisos de altura que incluyen cámaras subterráneas. Se siguen conservando las escaleras que comunican a las plantas superiores. El profesor Kevin Butcher (Universidad de Warwick, Londres) defiende que estos lugares podían ser comprados y que en ocasiones eran vistos como  inversiones y no solo como un espacio para enterrar a las familias.

Torre-tumba de Elahbel. 2007

La tumba que mejor recuerdo y de la que conservo más fotografías es la de Elahbel (103 a.C),quizás por ser la mejor conservada y bella. 

Tenía 4 plantas sin contar la zona subterránea. Estas torres podían albergar cientos de sarcófagos. El inferior estaba destinado a los hombres, el segundo a las mujeres, el tercero a esclavos y personal se servicio familiar, y el cuarto y último -donde pueden verse nichos muy pequeños- a los niños. La zona superior te regalaba una vista de la necrópolis que ya no podremos repetir nunca. Esta y otras torres fueron destruidas por Daesh en agosto de 2015.




El interior escondía tesoros hoy desaparecidos para siempre. Las techumbres de cada piso se cubrían con ricos estucados polícromos y pilastras corintias adosadas. 

Techumbre policromada. Torre-tumba de Elahbel.2007
También en su interior se podían contemplar restos escultóricos que se alejaban de las características helenas. Llamaba la atención encontrar estas esculturas mutiladas en el interior de estas torres. 

Detalle escultórico. Interior torre-tumba de Elahbel. 2007
Detalle escultura. Interior torre- tumba de Elahbel. 2007
En total, Daesh ha destruido al menos seis torres funerarias, incluyendo la Tumba de Elahbel y la Tumba de Atenatan como se puede observar en las siguientes imágnes aéreas. La superior tomada en 2010 y la inferior en 2015.




Tras fotografiar con detalle el interior de la torre y observar desde la zona superior la vista del desierto que nos rodeaba, procedimos a bajar las escaleras para seguir recorriendo esta colina y visitar el resto de tumbas cercanas. Tras ello nos dirigimos junto con nuestro inseparable Y. a otra parte de la antigua ciudad... (Continuará)
Vista desde la parte superior de la Torre tumba de Elahbel. 2007

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