domingo, 15 de noviembre de 2015

Prohibido sentir

El 14 de noviembre me desperté con la triste noticia de los atentados en Paris. Triste si, muy triste, pese a quien le pese. Después de ese día cada vez veo con más claridad que vamos en un  barco a la deriva. Un barco lleno de humanos cada vez más egoistas, más vacios y más desprotegidos de la propia maldad de su especie. Un barco mugriento que tiene su reflejo en las redes sociales. 

Observo que cada vez gusta más eso de zancadillear, menospreciar e incluso corregir sentimientos. Me diréis: ¿"Corregir sentimientos"? Sí, eso es lo que digo. Os lo explico de forma sencilla.

Como se te ocurra compartir una foto/artículo/noticia relacionado con el maltrato animal (por ejemplo Toro de la Vega) siempre aparecerá el cuñado de bar que todo lo sabe que te reprochará que le prestes atención a un animal muriendo niños de hambre en el mundo.

Pero cuidado, nuestro amigo que de todo opina, el día que denuncies la situación de los civiles sirios que huyen de los terroristas de Daesh (1) se echará las manos a la cabeza recordándote los problemas que hay en España. Se le llenará la boca de un casposo patriotismo y de una demagogia barata capaz de dejarte con los ojos como platos.


El mismo que nunca ha sido voluntario de nada ni por nadie, pero siempre con su "primero los de aquí" por delante. Como si el mundo estuviese dividido en dos partes, los de aquí y los de allí. Separación barata de ideas y de sentimientos que florecen como mierda en las redes sociales. 

Cuñados y cuñadas de bar que intentan hacerte culpable de sentir el atentado que hubo en el país vecino con sus comentarios irónicos y desafortunados. Todos los días hay niños masacrados, mujeres violadas, las pateras siguen llegando y los refugiados de guerra no encuentran más que vallas a su paso. En Etiopía siguen muriendo niños de hambre y en Sierra Leona siguen existiendo los niños soldado, sigue la exclavitud laboral de menores en Perú, los narcos en México y las mujeres maltratadas de Afganistan o Nueva Delhi.

El mal no lo inventaron los del Daesh, sigue ahí asesinen en Yemen, Líbano o Paris. Pero hay mucho más detrás de esta organización terrorista. Mucho, mucho más. Quizás el libro de Patrick Cockburn (ISIS: El retorno de la Yihad, Editorial Airel, 2015) sea, con diferencia, el que mejor explica a un occidental lo que no nos explican los medios de comunicación. 

Y a los que nos consideramos "normales" nos duelen las mismas muertes, nos duelen las personas hombres, mujeres y niños de cualquier parte del mundo. En estos días leí una frase que decía algo así:

"¿Habéis visto el video de la gente huyendo horrorizada por las calles de París?
Pues imaginad ahora que al final de la calle hay una valla."


Por eso soy tajante con el tipo de gente que mantengo en mi red social. No me tiembla el pulso si me tengo que cargar a algún contacto. En absoluto. De la misma manera que yo elijo quién entra en mi casa o con quién me siento en una mesa, también decido qué tipo de personas quiero que formen parte de mi día a día.Y no es que sea muy exigente, pero no hay espacio para gente sin alma, no tengo tiempo ya para ellos. Del mismo modo que desconfio de la gente a la que no le gustan los animales. Drástica en muchas cosas, evito rodearme de gente tóxica y la verdad es que hasta ahora me ha ido bien.

Así que a vosotros os dedico estas lineas, sí, a vosotros a los comunmente llamados "gilipollas de turno". Dejad que la gente se exprese, grite por las injusticias que ve en vuestro barrio, en Tordesillas, en Paris, Raqqa o Bagdad

Menos zancadillas al sentir de los demás y entrenad un poco el corazón. 
Lo tenéis muy muerto.

(1) Llamemoslos por su nombre "el que siembra discordia", " el que aplasta bajo sus pies". No es un Estado, es un grupo terrorista.

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