Porque aunque la vida queda convertida en un dulce caos. Todo lo que vivo hoy no lo cambio ni por todo el oro del mundo. Vuelvo a repetirme, sin duda, los mejores años de mi vida.
jueves, 12 de diciembre de 2013
miércoles, 27 de noviembre de 2013
Madres, ellas lo saben
Ayer por la tarde mi hijo me dio una noticia. "Mamá, tengo novia". Silencio en la casa.
Y me diréis... "¡Todos los niñ@s a los 4 años tienen novi@! ¡Tanto te sorprende!"
Quizás fuese porque a esa edad llevaba un parche en un ojo. Sí...de esos que te ponen con toda la buena voluntad del mundo cuando se tiene un ojo vago para que se esfuerce más el otro. Por lo tanto, ya os podéis imaginar que, mona lo que se dice mona, no estaba. Es más, creo que era como una pequeña monstruilla pirata. Muy divertida sí, pero un poco troll. Hay que reconocerlo.
Pero él ya tiene novia, la más bonita de la clase. Se llama Jaqueline, el año pasado la llamaba "Atilín". Es una niña latina, pizpireta y con unos ojos llenos de vida. Ayer, al salir de clase, cogió a Gaby de la mano y se lo llevó a su padre. "Mira papá, éste es mi novio". Al padre le caían las gotas de sudor por la frente...Si le hubiese podido leer la mente quizás estuviese pensando:"El primer novio de la niña, y los padres del susodicho son los de los tatuajes"
Pero bueno... todo esto es secundario. En el fondo, lo que de verdad me importa de toda esta historia es que he comprobado que ya he empezado a desarrollar los poderes mentales que tiene toda madre a un nivel ya superior. Porque a las dos semanas de empezar Primero de Infantil (y de eso hace más de un año) YO YA SABÍA QUE ESTO ACABABA EN NOVIAZGO. Que ¿por qué? Pues no lo sabría decir.. pero juro que lo sabía.
Cosas del destino, año y medio después Jaquelin y mi niños son novios de forma oficial. Me encanta que sean novios, me encanta verlos de la mano y sonriendo pero más me encanta ver que ya tengo mis "poderes de mamá" en nivel B. A ver que pasa a los 16.
domingo, 13 de octubre de 2013
El globo de helio
Recuerdo un globo de helio que me compraron mis padres cuando era niña. Era de Alicia en el País de las Maravillas y tengo grabada la imagen paseando por las calles de Zaragoza en fiestas con mi globo. Pero... ¡no hubo final feliz! En un momento de descuido, el globo se escapó de mis manos y empezó a subir y a subir tan alto que parecía que tocaba las nubes. ¡Cómo lloré entonces!
Este año, mi hijo mayor me pidió uno. Y mi cabeza lo primero que pensó es en el final de los globos de helio en las manos de los niños. Cuando se lo comprase sería el niño más feliz del mundo, pero en el momento en el que existiese ese despiste y el globo se soltase de su mano y se perdiese para siempre iba a sentirse la persona más desdichada de este planeta.
No sé cuantas veces se lo até a la mano, lo sujeté, le repetí que lo agarrase bien y finalmente el globo no se escapó. Pero me di cuenta que tuvo un final mucho peor. En casa se iba deshinchando, apagando y arrugando hasta finalmente convertirse en todo menos en un bonito globo.
Entonces fue cuando pensé que no hay por qué tener miedo a que vuele y escape de nuestras manos. Leí que un globo de helio en unas condiciones óptimas puede llegar a recorrer miles de kilométros sorteando calles, empujado por el viento y volando a través de las nubes. ¿No es ese mejor final que acabar deshinchado en una casa y en el cubo de la basura?
Lo mismo nos pasa en la vida con cosas que intentamos sujetar para que no vuelen, bien porque queremos que sigan a nuestro lado o bien porque sabemos que si marchan vamos a sufrir. El final es el mismo, sólo cambia el recorrido.
miércoles, 17 de julio de 2013
En las estrellas
- Mamá... ¿cuándo tú eras pequeña yo no estaba aquí?
- No corazón, no estabas. Todavía no existías
- Qué sí que existía mamá!...!!!! Estaba en las estrellas
-¿En las estrellas? ¿Y que hacías allí?
- Vigilarte; y mientras comprabas en el Mercadona yo te decía hola a ti. Luego pasó el tiempo y bajé en un avión hasta nuestra casa. Cuando llegué a la puerta hice así "toc, toc". Me abristéis la puerta y me quedé para siempre con vosotros.
Gabriel. 17 de julio de 2013. 4 años
Reflexión de una tarde de verano sobre cómo llegó a nuestras vidas.
viernes, 31 de mayo de 2013
Un poco de magia...
"Que tus enemigos se alejen de tí.
Si adquieres riquezas, que estas permanezcan contigo.
Que tu belleza sea como la de la Apsara
A donde quiera que vayas,
sábado, 25 de mayo de 2013
Mateo quiere soñar
Mateo no
tenía sueños, sabía lo que era soñar porque lo había escuchado en el cole.
Todos sus compañeros habían tenido algún tipo de sueño alguna vez y lo
recordaban, pero él no. A veces se echaba en la cama y cerraba fuerte los ojos
para intentar descubrir lo que era
soñar.
“Los sueños llegan cuando todo lo bonito que
tienes guardado en tu cabeza sube al cielo por una escalera. Es entonces, allí
arriba, cuando la magia empieza a aparecer. Pero yo no puedo contarte más… eso
lo tienes que descubrir tú. No te
preocupes que el día que menos lo esperes aparecerá esa escalera”
Una noche por fin
ocurrió lo que él tanto esperaba. Sin pretenderlo, en mitad de la noche algo
empezó a moverse dentro de su cabeza y una historia mágica empezó cobrar vida.
De pronto estaba en una calle que no conocía, su abuelo estaba con él pero no
estaban aparcados los coches que a él tanto le gustaban. Al fondo de la calle
había una montaña muy grande de color azul y las nubes discutían entre ellas
para ver quién era la primera que la rozaba con sus cuerpos de algodón.
Mateo estaba
sorprendido, ¿nubes que hablaban?, ¿una montaña de color azul? Le gustaba lo
que estaba viendo pero a su vez le asustaba un poco. Entonces buscó la mano de
su abuelo para cogerla fuerte pero… había desaparecido!! En su lugar había un
hada de rubios cabellos que le animaba a acercarse a la montaña azul.
Mateo y el
hada empezaron a correr para intentar llegar a la montaña azul, pero cuanto más
corrían más se alejaba. Qué situación tan sorprendente, ¿cómo podía ser
posible?, ¿dónde estaba su casa?
El hada cogió la mano del niño y le dijo que
tenían que darse prisa, se estaba acercando el momento de despertar y tenía que
devolverlo a su cama antes de que papá y mamá se levantasen.
De pronto,
Mateo abrió los ojos y apareció en su cama de nuevo. Una sensación difícil de
describir estaba apareciendo. No sabía si estaba asustado o sorprendido, si se
sentía feliz de verse de nuevo en su cama y en su casita o si en el fondo le
hubiese gustado llegar a alcanzar esa montaña azul.
A la mañana
siguiente se despertó y recordó toda su
aventura nocturna. ¡Por fin había viajado a ese mundo mágico del que tanto
hablaban sus amigos! Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!
Gracias a Anabel García Capapey - Terapia Gestalt y Cuentoterapéuta- por animarme a escribir los cuentos que invento inspirados en el día a día con mi hijo mayor Gabriel.
May, Zaragoza, 24 de mayo de
2013
lunes, 25 de febrero de 2013
A ti, 25 de febrero
Y coincidencias que tiene la vida hoy Gaby ha preguntado por ti. Le he dicho que estabas lejos, muy lejos.
domingo, 27 de enero de 2013
Me cambias por eso que llaman vida...
Dicen que la melancolía es la
felicidad de estar triste. Quizás ese es el sentimiento que mejor refleje lo
que sentí al acudir a la revisión con mi médico cuarenta días después de dar a
luz a mi segundo hijo. Ya no hay tripa, ni movimientos y en la ecografía ya no
se veía ningún bebé. Sé que se acaba una etapa de mi vida, la más maravillosa
de todas: la de mis embarazos y nacimiento de mis niños. Me cuesta expresar lo
que ha significado para mi cada uno de estos nueve meses. El embarazo es una sorpresa
continua, un regalo de la naturaleza a la mujer que nos da el privilegio de
sentir cada día como una nueva vida crece en nuestro interior. ¿Hay algo más
apasionante que eso? El vínculo que se establece con ese niño incluso antes de
que nazca es tan fuerte que te permite amar antes de conocer, de tocar o de
besar. Amas lo que hay dentro de ti con
tanto mimo que traspasa cualquier definición de la palabra amor.
Sé que no habrá un tercer
embarazo y quizás de ahí que nazca esa melancolía al recordar esta etapa que se
termina. Ya tengo a mis hijos conmigo, a mi
lado. Los puedo abrazar, besar, achuchar y espero compartir con ellos
hasta el último día de mi vida. Pero este sentimiento que tengo durante estas
semanas quizás lo pueda comparar con la realización de una obra de arte. El
artista es feliz, contempla el resultado final y dispondrá de ella para el
resto de su vida pero quizás también igual de hermoso haya sido el tiempo que
ha dedicado a terminarla, a cuidar cada detalle, las horas que han pasado
juntos hasta que se ha completado esa creación.
Recuperarse de dos cesáreas no es
tarea fácil, y sin embargo repetiría una y mil veces poder volver a revivir el
nacimiento de mis dos hijos. No he tenido lo que se conoce como “parto natural”
pero para mí han sido los momentos más emocionantes e imprescindibles de mi
vida. En ese quirófano me he sentido cuidada y acompañada por mi médico y todo
su equipo. Fueron capaces de que un parto en quirófano tuviese la magia del
nacimiento más maravilloso del mundo.
Dieciocho meses en total, dos
embarazos y fin de un ciclo como mujer. Ahora toca disfrutar cada día de ellos,
verlos crecer y amar aún más lo que ya amaba antes de que naciese. A ti Gaby
que naciste con los ojos abiertos y sin llorar y Adrián con los ojos muy cerrados y llorando un poquito. Uno llegó en verano y
otro en invierno. El mayor nació por la noche y el pequeño durante el día.
Diferentes pero idénticas sensaciones. Con estas líneas y antes de que este
sentimiento se difumine quería escribir lo que siento hoy para compartirlo con
vosotros mañana. Os quiero.
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